domingo, 26 de septiembre de 2010

CUENTOS SUFIES.

Bayas de Goji

Seis vidas en una


Hubo un joven que penso:- Si pudiese experimentar varias fases de la existencia, podría librarme de toda estrechez de miras. ¿De que sirve que a uno se le diga”ya lo sabrás cuando seas viejo”, si para entonces habrá de ser demasiado tarde para aprovecharlo?

Se encontró con un hombre sabio, quién en respuesta a sus interrogantes dijo:-Podrás encontrar la respuesta, si lo quieres.
 
-¿ Cómo?- preguntó el joven.
 
-Mediante la transformación múltiple. Ingiriendo ciertas bayas que yo te mostraré, podrás adelantar o retroceder en edad, o dejar de ser una persona y convertirte en otra.
-Yo no creo en la reencarnación.
-No es cuestión de lo que crees, sino de lo que es posible-le replicó el sabio
Comió las bayas y su deseo fue transformarse en un hombre de edad madura. Pero ser un hombre de edad madura tenía tantas limitaciones, que ingirió otra baya y pasó a ser viejo.
 
Ya viejo quiso ser joven otra vez y recurrió a otra baya. Así volvió a ser joven, pero como cada estado tiene su forma de conocimiento correspondiente, ocurrió que de su mente desapareció la experiencia adquirida en sus dos mutaciones anteriores.
 
No obstante, el joven aún recordaba las bayas, y decidió un segundo experimento. Comió otra, deseando esta vez convertirse en algún otro. Apenas se vio transformado en otra persona, comprendió que el cambio, por sí solo, era vano. Por lo tanto, comió otra baya y deseó volver a ser él mismo nuevamente.
 
Una vez restituido a su estado original, se percató de que todo lo que había ganado realmente con aquellas experiencias era por completo diferente de lo que había esperado obtener con los cambios de su persona.
Volvió a presentársele el sabio, quien le dijo:-Ahora que sabes que las experiencias importantes no son las que deseas sino las que necesitas, quizás puedas comenzar a aprender.
 
 
Enseñanza
El maestro sufi

Un gran maestro sufi, Junnaid, fue consultado cuando se estaba muriendo:” Maestro, por favor, siempre hemos tenido una pregunta en mente pero nunca hemos tenido coraje suficiente para hacértela: ¿ Quién fue tu maestro?

Junnaid dijo:
-Me resultará muy difícil responder porque he aprendido de casi todos. He aprendido de cada suceso ocurrido en mi vida. Toda la existencia ha sido mi maestra.
Para satisfacer vuestra curiosidad os voy a dar tres ejemplos.
El primero: tenía mucha sed y me dirigía hacia el río con mi cuenco, mi única posesión. Cuando llegué al río, un perro vino corriendo, saltó al agua y comenzó a beber.
Le observé un momento y arrojé el cuenco lejos de mí; me di cuenta de que era inútil. Salté dentro del río y bebí todo lo que quise. Todo mi cuerpo se refrescó. Di las gracias al perro y toqué sus pies con profundo respeto porque me había enseñado una lección. Si bien lo había dejado todo, todas mis posesiones, tenía cierto apego por mi cuenco. Era muy hermoso. De noche lo ponía bajo mi cabeza, como almohada, para que nadie me lo quitara. Era mi último apego, y el perro me ayudó. Aquel perro fue uno de mis Maestros.
Segundo: Me perdí en el bosque, y cuando llegué al pueblo mas cercano ya era media noche. Todo el mundo estaba dormido. Deambulé para ver si encontraba a alguien despierto que pudiera darme cobijo, hasta que me encontré con un hombre. Le dije:
-Parece que tú y yo somos los únicos que estamos despiertos en todo el pueblo ¿Puedes acogerme esta noche?

El hombre dijo:
-Puedo ver que eres un monje sufí y me siento un poco avergonzado de llevarte a mi casa. Estoy más que dispuesto, pero debo advertirte quién soy: Soy un ladrón; ¿te gustaría ser el invitado de un ladrón?
Ya que el místico dudó, el ladrón dijo: De hecho soy yo el que debería tener  miedo de ti, podrías tratar de cambiarme. Invitarte supone un riesgo para mi, pero no tengo miedo. Ven a mi casa, come, duerme y quédate el  tiempo que desees.
Alimentó al sufí, le dio de beber y le dijo:
-Ahora me iré. Tengo que hacer mi trabajo. El ladrón volvió a primera hora de la mañana. Junnaid le preguntó:
-¿Has tenido éxito?


- No, hoy no, pero mañana ya veremos.
- Y esto continuó durante treinta días: el ladrón salía cada noche y volvía con las manos vacías. Pero nunca estaba triste ni frustrado, siempre estaba feliz. Y decía:- No importa. He puesto lo mejor de mi en el intento, mañana volveré a intentarlo.
- Al mes Junnaid se fue y durante años trató de alcanzar la realización, aunque siempre fracasaba. Cuando pensaba en abandonar el proyecto, se acordaba del ladrón y así persistía.
-  Así fue que el ladrón fue uno de mis mayores maestros.
-  Tercero: Entré en un pueblecito. Un niño llevaba una vela encendida. Evidentemente, iba hacia un pequeño templo de la localidad para dejar la vela ardiendo durante la noche:
El sufí le preguntó:
- ¿Puedes decirme de dónde viene la luz?
- El niño apagó la vela delante de Junnaid-¿Has visto como se ha ido la luz?
- ¿Puedes decirme adonde ha ido? Si me dices adónde ha ido, te diré de dónde viene, porque es el mismo lugar. Ha vuelto a su fuente.
- He estado con grandes filósofos pero nadie me ha dicho nada tan hermoso.
- Toqué los pies del niño. Desde ese momento he estado meditando sobre la nada y, poco a poco he ido entrando en ella. Y ahora, llegará el momento final en el que la vela se apagará y yo sé donde voy; a la misma fuente.

 

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