La pirámide china presenta un aspecto de país joven con una base amplia y bien estructurada, típica de un país en plena transición demográfica.
El hábitat rural
El mundo rural chino está marcado por el impacto de la revolución socialista. En tan extenso país no es posible hablar de un modelo rural único, pero la mayoría de la población vive en el entorno de los grandes ríos dedicados a una agricultura de subsistencia, intensiva y de tipo asiático, lo que quiere decir que el cultivo principal es el arroz, seguido de los cereales panificables. El bosque tiene una importancia vital en este tipo de economía.
La aldea china carece de plano determinado, pero tiende a la regularidad. Las casas son de madera, y están construidas sobre un pedestal que las eleva sobre el suelo. No son casas cómodas, y apenas tienen estancias específicas. La calefacción sólo es imprescindible en el norte. Los servicios sanitarios brillan por su ausencia. Modernamente, ha llegado el agua corriente y la luz eléctrica. Esta es la casa típica de todo el sudeste asiático, que se ha llegado a exportar hasta a Japón.
Tradicionalmente la casa tenía un pequeño huerto abonado con las heces humanas, pero con la revolución esto desapareció. La ganadería no está integrada suficientemente en el sistema agrícola.
La propiedad de la tierra es comunal, pertenece al pueblo, y se cultiva entre todos. La decisión de qué se cultiva y cómo se toma en común, en reuniones controladas por los cuadros del partido. Los cuadros del Partido Comunista son los auténticos oligarcas del país. La tierra se explota en parcelas pequeñas con los medios que proporciona la comunidad. Al principio, cada familia recibía una parcela, y era su responsabilidad explotarla, pero tras la revolución cultural las parcelas no se repartieron, y se comenzaron a cultivar en común, en la brigada. Tras la desaparición de Mao, y con la apertura al capitalismo, cada familia volvió a tener una parcela que cultivar, pero de manera secundaria, ya que primero tiene que dedicar su trabajo a las tierras comunes y luego a las suyas. La producción agrícola se consume en el pueblo, y se reserva algo para las ciudades y el mercado. En la actualidad los que cultivan parcelas «propias» pueden dedicar toda la producción al mercado, con lo que consiguen acumular capital. Esto ha permitido que aparezcan nuevos ricos, que emigran a las ciudades. Estos nuevos ricos son los comerciantes y los cuadros del partido: la clase media china. Salvo excepciones, como los cultivos textiles, muy poca de la producción agrícola se comercializa.
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