por Jennifer Hoffman
¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cuál es el propósito de nuestra presencia en la tierra? ¿Qué estamos haciendo aquí y cómo podemos saber si estamos viviendo nuestro propósito? ¿Hay un camino específico que se supone que debemos seguir y cómo podemos saber si lo estamos siguiendo o no? ¿Qué pasa si no lo seguimos? Si nuestro propósito es de naturaleza espiritual, ¿por qué tanta gente parece estar viviendo en el mundo material, con total ignorancia de su propósito espiritual, y parece que les va bien e incluso prosperan?
¿Cuál es su propósito? ¿Cómo se supone que vamos a conocer nuestro propósito, y cuándo vamos a saber que lo hemos completado?
¿Cuál es su propósito? ¿Cómo se supone que vamos a conocer nuestro propósito, y cuándo vamos a saber que lo hemos completado?
Se produce un profundo cambio en nosotros cuando caminamos por el camino espiritual y empezamos a escuchar un callado llamado interior a considerar otros aspectos de la vida. Esta voz interior nos despierta a una especie de descontento, donde ya no estamos contentos ni satisfechos con la vida que llevamos. Sabemos que hay algo más que necesitamos y no es más dinero ni cosas. Hay algo real, aunque intangible, que anhelamos. Una vez que comenzamos a prestar atención a ese llamado, nuestra vida pierde su propósito y nos adentramos en un lugar donde buscamos significado, valor y un nuevo propósito. En esta encrucijada podemos mirar hacia dentro o afuera en busca de la conexión que volverá a despertarnos a nuestro propósito y crear alegría y satisfacción. Podemos buscar el propósito de la vida, averiguar lo que significa vivir una vida con propósito o tratar de encontrar nuestro propósito.
Cada una de estas cosas tiene un contexto diferente y, dependiendo de nuestro propósito, nos van a llevar en direcciones diferentes.
Cada una de estas cosas tiene un contexto diferente y, dependiendo de nuestro propósito, nos van a llevar en direcciones diferentes.
Muchos han reflexionado acerca del propósito de la vida que, a primera vista, parece más bien no tener ningún propósito. Nacemos, estamos aquí por un tiempo y luego morimos. Desde una perspectiva material, nuestro propósito es ocupar una presencia física, que dejamos cuando hemos terminado con ella. No importa lo que acumulemos durante el transcurso de nuestra vida, cuando morimos lo dejamos todo atrás. Aquí es donde podemos empezar a mirar la vida desde una perspectiva espiritual, porque desde el sentido material, no hay un propósito en la vida más que crear una nueva generación que va a experimentar otro ciclo de vida. Ahora podemos pasar al siguiente tema, ¿cómo podemos vivir una vida con propósito?
La vida con propósito es aquella que se vive a través del cumplimiento de sus mayores deseos. Estos deseos pueden ser materiales o espirituales. En el lado material, la persona que quiere tener éxito intenta crear el mayor éxito posible. El que quiere ser rico acumula tanta riqueza material como puede. La persona que quiere amor lo busca por encima de todo. Quienes quieren sabiduría pasan años en su búsqueda. Ésta es la vida con propósito desde una perspectiva material y tenemos muchos ejemplos de aquellos que se elevan y caen, en pos de su propósito. Pero hay más en la vida que la acumulación de dinero, sabiduría, éxito y amor. Y como nosotros lo vemos, quienes se esfuerzan por elevarse por encima de los demás a la larga caen—todo el que sube una montaña, eventualmente, tiene que volver a bajar.
Desde el punto de vista espiritual, una vida con propósito se vive a través de la realización espiritual. Y eso puede significar muchas cosas. Podemos creer que esto significa que debemos renunciar al mundo material y buscar la espiritualidad en todas las cosas. O podemos decidir aceptar las situaciones, la gente y las circunstancias más desafiantes en un esfuerzo por sanar al mundo y a nosotros mismos en el proceso. Todas éstas son intenciones dignas, pero no son el verdadero propósito que cada uno de nosotros ha venido a vivir. Hay un poco más en la historia que tenemos que aprender antes de que podamos vivir nuestro propósito de vida, porque nuestra vida no tiene ningún propósito en absoluto.
Es, en esencia, nada.
Es, en esencia, nada.
Cuando buscamos el sentido de la vida y tratamos de vivir a través de lo que encontramos, a la larga descubrimos que la vida no tiene propósito. En el Foro Landmark hay una sección que discute el propósito de la vida, que se describe como "vacío y sin sentido". Y esto es verdad. La vida, por sí sola, no tiene sentido ni propósito. Es nuestra experiencia de vida la que crea el sentido que le damos. El verdadero propósito de la vida, desde nuestro punto de vista espiritual, es 'nada', es decir que no hay nada en el mundo material que sea relevante para nuestro propósito de vida, a menos que primero busquemos y conectemos con el mundo interior. No hay nada que podamos crear ni experimentar que vaya a realizar nuestro propósito, porque nada en el plano material es permanente ni importa. ¿Hay algo en la tierra que podamos llevar con nosotros cuando morimos?
Antes que ver esto como deprimente y desilusionarnos, tenemos que llevar esto un poco más allá. El propósito de nuestra vida, y cada uno de nosotros tiene un propósito específico, es mover la energía de la polaridad a la conexión, para resolver vidas de karma, convertir el miedo en amor incondicional y mezclar el cielo y la tierra. Así pues, nuestro propósito individual en la vida es sacar suficiente miedo, negatividad y polaridad, de manera que podamos hacer espacio para el amor. Hacemos esto al recordar que somos, ante todo, seres espirituales que están teniendo una experiencia humana y no al revés. En nuestro aspecto espiritual somos amor perfecto, estamos dentro de nuestro propósito y siempre viviendo de acuerdo con nuestro propósito en ese momento.
Así como vivimos de un momento al siguiente, nuestro propósito cambia a medida que avanzamos de un nivel de energía a otro. Cualquier cosa que estemos experimentando en algún momento es nuestro propósito. Tan pronto como somos capaces de mover esa energía, pasamos a otro propósito. Y así nuestra vida se despliega, de un momento al siguiente, pasando por las experiencias que nosotros y nuestra alma hemos invitado para ayudarnos a recoger nuestras energías que han quedado dispersas a través del miedo, el trauma y el dolor. A medida que soltamos nuestros cordones que nos atan a nuestras conexiones kármicas, permitimos que más luz brille dentro de nosotros. Esto nos lleva a nuevos niveles de ser y a nuevas alturas de propósito. Entonces podemos pasar de un propósito de sanación a un propósito centrado en el amor, la compasión, alegría y satisfacción en todas las áreas de nuestra vida. Nuestro mayor propósito es estar centrados y arraigados, llenos de luz y recordándonos sin esfuerzo a nosotros mismos nuestra conexión divina, completos en cuerpo, mente, emociones y espíritu de manera que podamos ser la encarnación viva de quienes somos, seres espirituales divinos disfrutando del juego de la vida.
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El material en español de Jennifer Hoffman lo puede encontrar en http://www.templodelsol.com/
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