La emoción de la primera vez
Del 30 de octubre al 5 de noviembre de 2011
“¿He creado hoy un impacto?”.
El Zóhar nos enseña que tenemos que estar en una posición de hacer y compartir todo el tiempo. Es importante que te preguntes a ti mismo: “¿Con todo lo que hago, estoy creando un impacto en el mundo? ¿Estoy creando una diferencia?”. Lo único que nos impide pensar estas cosas es sentirnos apegados y con derecho a todo. El sentirnos con derecho a todo nos dice que estamos demasiado cansados para compartir, y el apego nos dice que otra persona puede hacerlo, ya que nosotros no somos los únicos que tenemos que hacernos cargo del mundo.
¿Qué es sentirse con derecho? Es una conciencia de “yo lo merezco”. Es un sentimiento de que tenemos el derecho a ser recompensados, a tener privilegios especiales o reconocimiento basado en nuestro mérito personal, nuestros logros o simplemente por quienes somos. Es tener una sensación de superioridad, como si dijéramos: “Tengo mucha experiencia, tienen que escucharme”. Sentirse con derecho es cuando en cualquier situación bloqueamos las posibilidades de que algo suceda porque pensamos que sabemos o vemos las cosas de la forma correcta.
Algunos pueden confundir esto con la autoestima. Tener confianza en ti mismo es algo bueno, saber que eres bueno haciendo algo es importante. Sin embargo, el paso de la confianza sana a sentirse con derecho es pequeño, aunque marca toda la diferencia entre crecer espiritualmente y permanecer estancado donde estás durante años y años.
¿Qué son los apegos? ¡Tus días están llenos de ellos! Son las cosas que no eliges hacer, sino que haces por hábito, desde la pasta y el cepillo de dientes que utilizas, a levantarte a una cierta hora por la mañana, a comer la misma comida. Un apego es sentarte siempre en el mismo lugar en clase, salir con las mismas personas, ir al mismo restaurante...ya me entiendes. Hay ciertas cosas que hacemos para crear caminos “seguros” en nuestra vida.
Esta semana trata sobre la emoción de la primera vez. Nos brinda la capacidad de soltar y renunciar a todos las situaciones en las que nos sentimos con derecho y apego.
¿Cómo nos liberamos de sentirnos con derecho? Dejando ir aquello que pensamos que sabemos o merecemos.
¿Cómo nos liberamos de los apegos? Renuncia a algo que hagas todo el tiempo. Encuentra un apego y cámbialo. Haz algo que nunca hagas, deja de comportarte de la misma manera, sal de ti mismo. ¿Por qué? Para que puedas recibir más de lo que tienes en tu vida ahora mismo. Deshazte de esta idea de que hay cosas que nunca haces, como por ejemplo: “Nunca voy al teatro, nunca hablo en público...”. Date cuenta de que puedes hacer más. Si haces estas cosas, ¿te convertirán en una mejor persona? SÍ. Porque es una restricción (es decir, no te sale de forma natural).
Incluso un camino espiritual puede convertirse en un apego si se convierte en un hábito. Tienes que elegirlo una y otra vez para que no se convierta en esto; de lo contrario es una religión, no espiritualidad. Si pierdes tu conciencia, no es espiritual.
Si no estás viviendo la vida que quieres, es porque el apego y el sentirte con derecho a todo están impidiendo que cambies, que abandones tu zona de confort.
A mi padre y maestro, el Kabbalista Rav Berg, le gusta decir: “Los barcos están más a salvo en el puerto, pero no fueron construidos para eso”. Encontramos razones (negación, miedos) para no compartir ni salir de nosotros mismos. Sin embargo, debemos saber que el Zóhar dice: Si perdemos nuestros apegos y el sentirnos con derecho, obtenemos el control y las cosas que pensamos que no tenemos.
Ha llegado el momento de salir del proceso de “cocinar nuestros pensamientos”, de darle vueltas a las cosas constantemente. ¡Sal de tu cabeza! Si piensas demasiado en las cosas, encontrarás todas las razones para no hacerlas.
Sé simple. Haz. Actúa. Muévete.
Que tengas una semana maravillosa.
Todo lo mejor,
Yehuda
El Zóhar nos enseña que tenemos que estar en una posición de hacer y compartir todo el tiempo. Es importante que te preguntes a ti mismo: “¿Con todo lo que hago, estoy creando un impacto en el mundo? ¿Estoy creando una diferencia?”. Lo único que nos impide pensar estas cosas es sentirnos apegados y con derecho a todo. El sentirnos con derecho a todo nos dice que estamos demasiado cansados para compartir, y el apego nos dice que otra persona puede hacerlo, ya que nosotros no somos los únicos que tenemos que hacernos cargo del mundo.
¿Qué es sentirse con derecho? Es una conciencia de “yo lo merezco”. Es un sentimiento de que tenemos el derecho a ser recompensados, a tener privilegios especiales o reconocimiento basado en nuestro mérito personal, nuestros logros o simplemente por quienes somos. Es tener una sensación de superioridad, como si dijéramos: “Tengo mucha experiencia, tienen que escucharme”. Sentirse con derecho es cuando en cualquier situación bloqueamos las posibilidades de que algo suceda porque pensamos que sabemos o vemos las cosas de la forma correcta.
Algunos pueden confundir esto con la autoestima. Tener confianza en ti mismo es algo bueno, saber que eres bueno haciendo algo es importante. Sin embargo, el paso de la confianza sana a sentirse con derecho es pequeño, aunque marca toda la diferencia entre crecer espiritualmente y permanecer estancado donde estás durante años y años.
¿Qué son los apegos? ¡Tus días están llenos de ellos! Son las cosas que no eliges hacer, sino que haces por hábito, desde la pasta y el cepillo de dientes que utilizas, a levantarte a una cierta hora por la mañana, a comer la misma comida. Un apego es sentarte siempre en el mismo lugar en clase, salir con las mismas personas, ir al mismo restaurante...ya me entiendes. Hay ciertas cosas que hacemos para crear caminos “seguros” en nuestra vida.
Esta semana trata sobre la emoción de la primera vez. Nos brinda la capacidad de soltar y renunciar a todos las situaciones en las que nos sentimos con derecho y apego.
¿Cómo nos liberamos de sentirnos con derecho? Dejando ir aquello que pensamos que sabemos o merecemos.
¿Cómo nos liberamos de los apegos? Renuncia a algo que hagas todo el tiempo. Encuentra un apego y cámbialo. Haz algo que nunca hagas, deja de comportarte de la misma manera, sal de ti mismo. ¿Por qué? Para que puedas recibir más de lo que tienes en tu vida ahora mismo. Deshazte de esta idea de que hay cosas que nunca haces, como por ejemplo: “Nunca voy al teatro, nunca hablo en público...”. Date cuenta de que puedes hacer más. Si haces estas cosas, ¿te convertirán en una mejor persona? SÍ. Porque es una restricción (es decir, no te sale de forma natural).
Incluso un camino espiritual puede convertirse en un apego si se convierte en un hábito. Tienes que elegirlo una y otra vez para que no se convierta en esto; de lo contrario es una religión, no espiritualidad. Si pierdes tu conciencia, no es espiritual.
Si no estás viviendo la vida que quieres, es porque el apego y el sentirte con derecho a todo están impidiendo que cambies, que abandones tu zona de confort.
A mi padre y maestro, el Kabbalista Rav Berg, le gusta decir: “Los barcos están más a salvo en el puerto, pero no fueron construidos para eso”. Encontramos razones (negación, miedos) para no compartir ni salir de nosotros mismos. Sin embargo, debemos saber que el Zóhar dice: Si perdemos nuestros apegos y el sentirnos con derecho, obtenemos el control y las cosas que pensamos que no tenemos.
Ha llegado el momento de salir del proceso de “cocinar nuestros pensamientos”, de darle vueltas a las cosas constantemente. ¡Sal de tu cabeza! Si piensas demasiado en las cosas, encontrarás todas las razones para no hacerlas.
Sé simple. Haz. Actúa. Muévete.
Que tengas una semana maravillosa.
Todo lo mejor,
Yehuda
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