El guerrero de la luz no cae en la trampa de la palabra “libertad”.
Cuando su pueblo está oprimido, la libertad es un concepto claro. En esos momentos, usando su espada y su escudo, lucha hasta perder el aliento o la vida. Ante la opresión, la libertad es simple de entender, es lo opuesto a la esclavitud.
Pero a veces el guerrero escucha a los más viejos diciendo: “Cuando pueda dejar de trabajar seré libre”. Y apenas transcurrido un año, se quejan: “La vida es solamente tedio y rutina”. En este caso, la libertad es difícil de entender; significa ausencia de sentido.
Un guerrero de la luz está siempre comprometido. Es esclavo de su sueño, y libre en sus pasos.
Entonces lo repito:
Los guerreros de la luz se reconocen por la mirada. Están en el mundo, forman parte del mundo, y al mundo fueron enviados sin alforja ni sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan acertadamente.
Los guerreros de la luz sufren por tonterías, se preocupan por cosas mezquinas, se juzgan incapaces de crecer. Los guerreros de la luz de ven en cuando se consideran indignos de cualquier bendición o milagro.
Los guerreros de la luz con frecuencia se preguntan qué están haciendo aquí. Muchas veces piensan que su vida no tiene sentido.
Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque preguntan. Porque continúan buscando un sentido. Y terminan encontrándolo.
El guerrero de la luz debe recordar siempre las cinco reglas del combate, escritas por Chuan Tzu hace tres mil años.
La fe: antes de entrar en una batalla, hay que creer en el motivo de la lucha.
El compañero: escoge a tus aliados y aprende a luchar acompañado, porque nadie vence una guerra solo.
El tiempo: una lucha en el invierno es diferente a una lucha en el verano; un buen guerrero presta atención al momento adecuado de entrar en combate.
El espacio: no se lucha en un desfiladero de la misma manera que un una llanura. Considera lo que existe a tu alrededor, y la mejor manera de moverte.
La estrategia: el mejor guerrero es aquel que planifica su combate.
El guerrero de la luz lleva en sí la centella de Dios.
Su destino es estar junto con otros guerreros, pero a veces necesitará practicar solo el arte de la espada; por eso, cuando está separado de sus compañeros, se comporta como una estrella.
Ilumina la parte del Universo que le fue destinada, e intenta mostrar galaxias y mundos a todos los que miran al cielo.
La persistencia del guerrero será en breve recompensada. Poco a poco, otros guerreros se aproximan y los compañeros se reúnen en constelaciones, con sus símbolos y sus misterios.
El guerrero de la luz, cuando aprende a manejar su espada, descubre que su equipo necesita completarse, y esto incluye una armadura.
Él sale en busca de su armadura y escucha las propuestas de varios vendedores.
“Usa la coraza de la soledad”, dice uno.
“Usa el escudo del cinismo”, responde otro.
“La mejor armadura es no enredarse en nada”, afirma un tercero.
El guerrero, sin embargo, no les hace caso. Con serenidad, va hasta su lugar sagrado y viste el manto indestructible de la fe.
La fe detiene todos los golpes. La fe transforma el veneno en agua cristalina.
fuente
manual del Guerrero de la Luz ( fragmentos)
Paulo Coelho.
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