Central Park, Nueva York, 15 de agosto de 1999
“Hermanos y Hermanas, buenos días. Creo que todos los seres humanos poseen un deseo innato que les impulsa a buscar la felicidad y evitar el sufrimiento. También creo que el verdadero propósito de la vida consiste en experimentar esta felicidad. Creo que todos nosotros tenemos el mismo potencial para desarrollar la paz interior y alcanzar así esos sentimientos de alegría; seamos ricos o pobres, educados o analfabetos, blancos o negros, occidentales u orientales, nuestro potencial es idéntico.
Aunque algunos tengan la nariz más grande y el color de la piel presente ligeras variaciones, en lo esencial somos físicamente iguales. Las diferencias son irrelevantes. Lo que importa es nuestro parecido mental y emocional.
Compartimos tanto las emociones conflictivas como aquellas más beneficiosas que nos traen fuerza interior y tranquilidad. Creo que es importante que seamos conscientes de la magnitud de nuestro potencial y que dejemos que crezca la confianza en nosotros mismos.
A veces nos empeñamos en mirar el lado negativo de las cosas y es entonces cuando perdemos la esperanza. Estoy convencido de que esto es un error.
Si entrenamos nuestra mente de manera constante, podremos cambiar nuestras percepciones o actitudes mentales, y eso hará cambiar nuestras vidas.
Tomar una actitud mental positiva significa disfrutar de la paz interior, aunque a nuestro alrededor nos rodee la hostilidad.
Por otro lado, si nuestra actitud mental es más negativa -influida por el miedo, la sospecha, la desesperación o la autocompasión-, la felicidad nos esquivará aun cuando estemos rodeados de nuestros mejores amigos en un ambiente armónico y en un entorno placentero. Así pues,la actitud mental resulta decisiva para marcar la diferencia en nuestro estado de felicidad“.
XIV Dalai Lama
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