¿Expectativa de vida o calidad de vida, o tal vez, ambas? Un sector de nuestra humanidad tiene alcance a extraordinarias medidas que les ayudan a prolongar con calidad su expectativa de vida; hay un sector mayoritario que ni se le ocurre esta posibilidad, pues sus prioridades están en obtener las mínimas necesidades básicas.
Pero ya son varias las publicaciones científicas que nos hablan de un ser humano que sobrepasará los 100 años de vida en condiciones muy aceptables. Aparentemente la solución sólo dependería de la ingesta de multivitamínicos, así como de hormonas, acompañado de un sistema nutritivo balanceado y un ritmo de gimnasia básico.
Alguien con mucho humor preguntaría, vivir 100 años ¿para soportar toda la presión, la polución, y estilo de vida modernos? Sin embargo, no podemos negar que a todos nos gustaría ver a nuestros familiares mayores en buenas condiciones de salud; y, de otro lado, el sólo hecho de pensar que podemos vencer la "vejez" o por lo menos muchos de sus achaques y no ser la "clásica carga" a nuestros familiares, también suena muy atractivo.
¿Pero realmente es posible lograr una longevidad sana, cuerda y útil? ¿Cómo? ¿Y, para qué?
En primer lugar ya hay evidencias concretas (hasta por los medios masivos de comunicación se anuncian y exhiben); asimismo, hay serios científicos que afirman que las células están diseñadas para vivir eternamente, que nuestra ignorancia es la que las destruye y envejece, pues no nos percatamos que el estilo de vida que llevamos es altamente estresante, en medio de un ambiente contaminado, sin la debida nutrición ni ejercicios aeróbicos suficientes. Y si a ello le agregamos el innegable detenimiento de nuestro organismo en la producción de las hormonas que nos mantienen lozanos y juveniles, pues entonces aceptamos el envejecimiento como algo natural e indetenible.
En segundo lugar, desde que nacemos empezamos a envejecer, los 365 días del año envejecemos ¿pero porque unos más que otros? Definitivamente es un proceso natural de vida, pero que se da en diversas y heterogéneas condiciones de vida. Por ejemplo en sociedades orientales, en la que el adulto mayor o anciano tiene un alto respeto, su longevidad es evidente; en cambio, en las sociedades en la que éste es relegado, apartado del proceso social, relegado a un anticuario, los problemas del envejecimiento son dramáticos.
En tercer lugar, debo decirles que hay una marcada dependencia por nuestra condición socio-cultural y hábitos, así como de nuestras creencias y cultos. Si vivimos en un "culto a la juventud", entonces todo lo que aparece como viejo es descartado, apartado y huimos despavoridos. Cortamos así la comunicación generacional, es decir, separamos a lo joven de lo viejo como algo incompatible; y vaya que los medios de comunicación, los publicistas de comerciales televisivos o escritos generan una adoración fanática a la imagen juvenil, discriminando así a las personas mayores del gozo, de la felicidad o alegría de vivir.
Con el Reiki descubrí que detrás de cada anciano hay una belleza indescriptible, no sólo de vivencias, sino de enseñanzas valiosas así como un gran motivo para amar.
Así es, el Reiki no sólo alivia los achaques de nuestros abuelitos, sino que también nos enseña a redescubrir la sensibilidad que llevamos dormida en nuestro interior, así como a adquirir la paciencia que ellos tuvieron con nosotros en nuestra veloz infancia.
Adicionalmente, el Reiki limpia de toxinas a las células, de los famosos radicales libres que envejecen nuestro sistema celular; asimismo, activa la producción de aquellas sustancias básicas que renuevan nuestro organismo deteniendo esta condición llamada vejez. Obviamente adicionalmente al Reiki es preciso advertir los hábitos alimenticios, culturales, así como el nivel de relaciones con el ámbito familiar.
Luchar efectivamente contra una vejez enferma e incomoda, también implica un cambio en nuestra sociedad orientado al respeto y afecto a la ancianidad. Que duda cabe que el Reiki nos encamina hacia estos nuevos paradigmas en los que el respeto al ser humano niño, joven, maduro o anciano es lo fundamental.
¿Queremos ser en un futuro ancianos útiles, sanos y felices? entonces enseñemos a nuestros niños a respetar lo viejo, vayamos al cine, al teatro, con nuestros viejitos, integrémoslos a nuestra vida; es preciso abrir nuestros canales de comunicación con esa generación que tanto nos dio y aún puede darnos. La próxima vez que una abuelita nos pida Reiki vayamos de inmediato, y si lo puedes hacer sin pedirle más de lo que puede darte, recibirás la bendición más grande que puedas imaginar.
Caminemos, hagamos una vida sana, salgamos de vez en cuando de la ciudad y hagámoslo siempre: aunque estemos viejos.
fuente:
Juan de la Piedra
Editor
http://reikiperu.blogia.com
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