domingo, 6 de junio de 2010

TABACO Y PROHIBICION

Carta de viaje

Carlos Tello Díaz

Toda civilización necesita de ciertos lujos alimentarios y de una serie de estimulantes, de excitantes”, escribió Fernand Braudel, el gran historiador francés de la escuela de los Annales, en su libro Civilización material, economía y capitalismo: siglos XV-XVIII. Al hablar de “las estructuras de lo cotidiano”, Braudel, el historiador de la longue durée, le dedicó un capítulo a las bebidas y los excitantes: la pimienta en el siglo XIII, el alcohol en el siglo XV, el café, el té y el tabaco en el siglo XVI. “Los siglos XIX y XX”, añadió, “tendrán también sus nuevos lujos, sus drogas beneficiosas o nefastas”.
El tabaco es una planta originaria del Nuevo Mundo. Braudel señala que Colón la descubrió en Cuba. Aunque no la fumó, agrega Guillermo Cabrera Infante en su libro Holy Smoke, para revelar que el primer europeo en fumar tabaco fue Rodrigo de Jerez, originario de Ayamonte, España, donde a su regreso, por fumar de nuevo, para maravilla de la gente que lo vio, fue acusado de brujería por la Inquisición. Sólo el diablo podía dar a un hombre el poder de sacar humo por la boca. La anécdota ilustra el éxito popular, y el rechazo legal, que provocó el tabaco en todos lados. Braudel dice que el hábito de fumar llegó a España hacia 1558; a Francia y a Inglaterra hacia 1565; a Japón hacia 1590; a la India hacia 1605. Y que su consumo fue prohibido de inmediato: en Inglaterra (1604), en Japón (1607), en el Imperio Otomano (1611), en Suecia y Dinamarca (1632), en Rusia (1634), en Nápoles (1637), en China (1642). Pero prohibido en vano. “Las prohibiciones resultaron, desde luego, letra muerta, en particular en China”, afirma Braudel. De manera clandestina continuó la venta de tabaco, hasta que los gobiernos entendieron las posibilidades que para el fisco ofrecía esa planta, a partir de que en 1674 la recaudación de impuestos sobre el tabaco fue organizada en Francia.
El tabaquismo, es decir la adicción al tabaco provocada por la nicotina, comenzó a ser un problema de salud a partir de la producción en masa de los cigarrillos en el siglo XIX. Alcanzó quizás su punto crítico a finales del siglo XX. Desde entonces el tabaco ha sido regulado y contenido, aunque no prohibido, a pesar de ser un problema de salud muy grave. La Organización Mundial de la Salud calcula que hay alrededor de mil 300 millones de personas que fuman —un tercio de la población mayor de 15 años en el mundo. Día con día mueren alrededor de 15 mil personas (más de cinco millones al año) por alguna de las enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco: hipertensión, bronquitis, cáncer de pulmón. Mueren más personas debido al consumo legal de tabaco que al consumo ilegal de drogas. El tabaquismo es, hoy, la principal causa de enfermedad y mortalidad evitable en el mundo, como fue recordado  durante el Día Mundial sin Tabaco.
Pero los gobiernos de todos los países renunciaron a la prohibición desde el siglo XVII. Privilegiaron la regulación y la contención. La Organización Mundial de la Salud obliga a las tabacaleras a publicar los aditivos utilizados en la fabricación de cigarrillos, cuyas cajetillas deben tener hoy leyendas como “Fumar mata”. El Banco Mundial financia programas para contener el tabaquismo. La Organización Mundial del Comercio adopta resoluciones como el Convenio Marco para el Control del Tabaco (los países firmantes deberán prohibir, en un plazo de cinco años, la publicidad, la promoción y el patrocinio del consumo del tabaco). El tabaco, sin estar prohibido, está en repliegue. La ley que prohíbe fumar en lugares públicos ha bajado el promedio de muertes relacionadas con el tabaquismo pasivo en más de 13 por ciento de la población de los países que la tienen.
fuente:
ctello@milenio.com

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