Las cosas mejorarán
Miércoles, 16 de enero de 2013
Hubo un artículo en el Huffington Post la semana pasada felicitando a las personas que habían alcanzado sus metas de pérdidas de peso.
Una mujer en particular, cuyo nombre era Kendra, era una madre
trabajadora a quien se le hacía difícil comer bien y ejercitarse con su
ocupado itinerario. Poco a poco, su alta presión arterial y el dolor
físico la llevaron al punto en el que su doctor le dijo que su vida
estaba en peligro debido a su obesidad. En ese momento, hizo de su salud
su prioridad y logró dar la vuelta a su situación por completo,
perdiendo al final 40 kilos.
Menciono esta historia porque es muy claro que si queremos cambiar algo
en el mundo físico, necesitamos hacer un esfuerzo y estar dispuestos a
enfrentar los desafíos, incluso cuando parecen ser infranqueables.
El problema es que generalmente no entendemos la espiritualidad de la misma manera en que entendemos lo físico.
Por ejemplo: existen expresiones que utilizamos todo el tiempo sobre el
ejercicio físico, tales como "si no duele, no sirve", "sal y suda" o
"estírate, siente el dolor y vuélvete más fuerte". Lo que no reconocemos
es que el mundo espiritual funciona de la misma forma: sin dolor, no
hay ganancia. Al igual que en el entrenamiento físico, debemos sentirlo,
cuestionarlo y realmente ver si nuestra certeza es real.
Todos nosotros podemos ser muy espirituales cuando las cosas están bien.
Pero cuando las cosas van mal, puede ser mucho más fácil lanzar todo al
bote y rendirse. Para crecer espiritualmente y alcanzar el siguiente
nivel en nuestras vidas, necesitamos hacernos a nosotros mismos una
pregunta difícil: Cuando alcanzamos el punto en el que las cosas no son
lo que se suponen que sean ¿cómo reaccionamos? ¿Estamos seguros de
nuestro camino espiritual en este punto? ¿Tenemos certeza en que existe
un plan mayor y un propósito para cada evento que ocurre en nuestras
vidas? ¿Entendemos realmente que todo lo que tenemos es la habilidad de
subir la escalera espiritual y, al hacerlo, revelar Luz en el mudo?
Cada vez que enfrentamos la situación en la que alguien negativo nos
dice: "No lo lograrás, no llegarás allí". ¿Tiramos la toalla o vemos una
oportunidad y seguimos empujando?
Existe una historia Kabbalística sobre un hombre que fue puesto a cargo
de un reino mientras el rey estaba lejos. Los consejeros del rey estaban
tan celosos de este hombre que lo golpearon una tarde mientras cumplía
sus obligaciones en el palacio. Cuando el rey regresó y encontró a su
amigo de confianza en el suelo golpeado y sangrando, le preguntó: "¿Qué
te ocurrió?".
El hombre respondió: "Cuando te fuiste, todos estaban celosos de mí y me golpearon hasta dejarme tirado en el suelo".
"¿Cuántas veces te golpearon?" Preguntó el rey.
"Treinta y seis veces" respondió el hombre.
En ese momento el rey tomó 36 monedas de oro y se las dio al hombre: una
moneda de oro por cada vez que había sido golpeado.
Cuando el hombre regresó a casa, estaba llorando. Cuando su esposa le
preguntó confundida: ¿por qué estás llorando?" el dijo: "¿por qué no me
golpearon más?".
El punto de esta parábola no es que deberíamos pedir ser golpeados, Dios
no lo permita. Pero la historia nos desafía a mirar a nuestras
dificultades desde una perspectiva diferente y a apreciarlas por lo que
realmente son: oportunidades para revelar más de nuestro potencial en
este mundo. ¿Cuántos de nosotros realmente busca desafíos o situaciones
incómodas como oportunidades doradas para que podamos cambiar nuestra
conciencia o crecer o sentirnos motivados a hacer más por nosotros y por
otros?
Esta semana, permíteme recordarte que lo sea que esté ocurriendo en
nuestras vidas está allí de hecho para llevarnos al siguiente nivel. La
conciencia frente a nosotros debe ser constantemente: no sé por qué debo
tomar este camino, pero sé que este es el camino que hará que las cosas
mejoren al final.
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