Pinjás, la porción de la Biblia que leemos esta semana,
contiene la energía de la sanación. Así que esta semana hagámonos la
pregunta: ¿Qué es la sanación y cómo traemos esta energía a nuestras
vidas?
De acuerdo a los kabbalistas, la sanación comienza cuando
hacemos el cambio interno que el universo nos pide, Ya sea que nos demos
cuenta de ello o no, cada vez que realizamos una acción negativa, nos
movemos más cerca del Deseo de recibir para sí mismo y de la muerte, mientras que cada vez que realizamos una acción positiva de compartir, nos acercamos al alma y a la vida.
La sanación ocurre cuando de manera consciente nos acercamos
a la Luz, especialmente cuando es difícil o cuando no queremos o cuando
caemos presa de nuestros pensamientos negativos.
¿A qué me refiero con esto? Básicamente, cuando no estamos
en nuestro mejor momento (digamos, cuando caemos en bancarrota, o cuando
nuestro mejor amigo se aleja) estos son los momentos en los que debemos
decirnos a nosotros mismos: “tengo la certeza de que aunque no tengo la
posición que antes tenia o no me siento tan bien como antes, sé que el
sol está brillando”. Estos son los momentos en los que tenemos que
decir: “Sé con certeza que soy parte del espíritu del Creador, y aunque
Él me traído a este proceso triste, tal vez es para ayudarme a saltar
hacia adelante con la Luz”.
La verdad es que lo que la mayoría de nosotros está buscando
es esa paz interior que surge cuando podemos ir a dormir en la noche
diciéndonos: “he hecho lo que he podido para convertirme en una mejor
persona y para hacer del mundo un lugar mejor”. Sin embargo, tenemos que
darnos cuenta de que todas las cosas en nuestras vidas que ocurren sin
contratiempos son trampolines para llevarnos a otro desafío, a otro
nivel, a otra plataforma de la cual podamos crecer. La paz no es
únicamente la ausencia del caos. Sí, tal vez hemos fallado, no obstante,
lo intentamos y es el intento lo que importa.
Hay personas que se cuidan muy bien en el aspecto físico
pero aun así se enferman. Algunas veces podemos hacer lo mejor por
nuestro cuerpo, pero si olvidamos nuestra alma, nunca alcanzaremos el
crecimiento que traiga balance a ambos aspectos. Así que ¿cómo llegamos a
ese punto?
Primero que todo, el aspecto importante a saber es que la
paz y la sanación no pueden venir de una persona o un lugar fuera de
nosotros. Y segundo, tenemos que estar dispuestos a hacer algunas cosas
que tal vez no queramos: tener paciencia cuando estamos frustrados,
sonreír cuando no queramos, ser decentes con las personas e inclusive
salir a ayudar a alguien aun cuando sintamos que no estamos “de humor
para ello hoy”.
Pero ¿sabes qué? Las estadísticas están comenzando a apoyar
la noción de que la bondad y el compartir benefician al dador tanto como
al que recibe. Recientemente leí sobre un programa de la Universidad de
Stanford llamado Centro de Investigación y Educación para la Compasión y
el Altruismo, el cual esta haciendo una investigación exhaustiva en el
dar y en el comportamiento altruista (qué motiva tales comportamientos y
cómo estos comportamientos nos ayudan).
La verdad es que la conciencia es una materia viviente, y
nuestros pensamientos y acciones de compartir tienen ramificaciones más
allá de lo que podemos comprender con nuestros sentidos físicos. Nuestra
responsabilidad individual es hacer que la Luz se extienda mucho más
allá de nuestro lugar de residencia o de nuestro sitio de trabajo. Si
realmente nos concentramos en cambiarnos a nosotros mismos en aspectos
pequeños, entonces cada paso nos llevará más cerca de la sanación, más
cerca de la Luz, y más cerca al tiempo en el que juntos vezamos el caos y
el sufrimiento en este mundo. |
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