Apuntes de una visita especial
Con dos conferencias, en el teatro Coliseo y en el Luna Park, el Dalai Lama pasó por Buenos Aires y dejó pensando a muchos.
Al venir del hemisferio norte, en un tiempo, cuando llegaba al Sur se me producía cierta confusión. No encontraba los puntos cardinales ni las direcciones de las cosas. Pronto descubrí que nada de todo eso tenía sentido, eran simplemente barreras que yo creaba inconscientemente, porque la única realidad era que todos los hombres nacimos iguales y poco importaba el lugar que ocupáramos en el mundo", reflexiona Tenzin Gyatso, su Santidad el XIV Dalai Lama, de paso por Buenos Aires, donde llegó por cuarta vez para disertar sobre el tema Buscando la felicidad.
Su nombre original es Lhamo Thondup. Los grupos que investigaban -según la tradición tibetana- en quién se había reencarnado el XIII Dalai Lama (o Bodhisattva de la compasión) tardaron dos años en encontrar al niño. No fue un trámite simple, pero el pequeño salió airoso de las pruebas y fue reconocido como la XIV encarnación del Dalai Lama.
Un secreto para querer a todos.
"Cuando uno reconoce que todos los seres son iguales, tanto en su deseo de felicidad como en el derecho a obtenerla, automáticamente siente empatía y acercamiento hacia ellos. Y si se acostumbra la mente a esa actitud de altruismo universal, se desarrolla un profundo sentimiento de responsabilidad hacia los otros: el deseo de ayudarlos activamente a superar sus problemas."
Pregunta esencial.
"Muchas veces me pregunto qué quieren los hombres y la respuesta es siempre la misma: no importa el credo ni el nivel cultural o económico. ¡Quieren ser felices! Pero ahora viene el gran problema ¿Qué significa ser feliz? O, dicho de otra manera, ¿en qué consiste la felicidad? Porque buscando la felicidad los hombres pueden desencadenar grandes desastres, que incluso pueden destruirlos. ¿Es que la felicidad no existe? ¿Es una ilusión, como tantas otras, de la mente humana?"
Respuesta para recortar y guardar.
Para el Lama existirían dos clases de felicidad. Una, la más común e inmediata, tiene que ver con la satisfacción de los sentidos, y es necesariamente efímera, dejando en su lugar una gran ansiedad por nuevos estímulos cada vez más intensos, hasta que termina siendo una verdadera carrera que nos deja agotados, siempre vacíos y con la sensación de una gran ausente, la paz interior. "La otra felicidad, la duradera, la que nos llena de paz y de amor, empieza en nuestra mente y florece en nuestro corazón. Entonces el ego da un paso al costado y deja su lugar a una auténtica preocupación por el bienestar ajeno; a virtudes como la compasión, el amor, la convivencia, y a una sabiduría que reúne a los hombres en un gran abrazo fraterno."
Todo positivo.
Para el religioso, se debería evitar hasta la más intrascendente de las acciones negativas y reemplazarlas por acciones positivas, sin subestimar su valor. Porque la felicidad que todos buscan y el sufrimiento que se trata de evitar son consecuencia de las propias acciones. Todo está programado por las propias acciones.
Amor que deja marcas.
Estas actitudes de paz y de amor tienen su origen en la infancia, en la actitud afectuosa y desinteresada de la madre hacia el hijo. Cuando ese diálogo es auténtico, el chico se siente verdaderamente amado, pierde el temor inicial, y poco a poco sentimientos similares nacen en su interior profundo para proyectarse en los demás. "De mis hermanos yo era el menor y, por supuesto, el más consentido. Mi madre era una mujer simple y cariñosa, una campesina analfabeta que cuando iba a trabajar al campo me alzaba y me subía sobre sus hombros. Yo no había encontrado mejor diversión que agarrarme de sus orejas y tironearlas hacia la derecha o hacia la izquierda cuando quería que doblara. Pero ella se reía y no perdía ocasión de expresarme su cariño. Creo que en ese tironeo nació mi vocación por difundir un mensaje de compasión, armonía y paz por todo el mundo."
Lider
Tenzyn Gyatso, su Santidad el XIV Dalai Lama , líder espiritual del pueblo tibetano, nació el 6 de julio de 1935 al noroeste del Tíbet, en el poblado de Takster, en una familia de campesinos. A los 2 años fue reconocido como la reencarnación de su predecesor, y en 1950, ante la invasión de su patria por el ejército de la república china, tuvo que asumir como jefe de Estado. Inútilmente, trató de lograr acuerdos de paz con Mao Tsé-tung, situación que terminó con un frustrado levantamiento popular, una sangrienta represión por parte del ejército invasor y la huida al norte de la India seguido por más de 80.000 tibetanos. Desde entonces, estableció su residencia al pie de los Himalaya y se dedicó a proteger a los exiliados tibetanos, salvar su cultura y buscar una solución para el conflicto de su país. En 1989 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz.
Amor
"Sin amor, la sociedad, todos nosotros, nos encontramos en estado de crisis. Pero no es suficiente hacer advertencias y llamamientos ruidosos para detener la degradación moral. Debemos hacer algo más.
Como gran parte de nuestros problemas provienen de nuestro apego y deseo desmesurado por cosas que consideramos duraderas y que en realidad no lo son, una manera de salir de ese estado es realizar todas nuestras actividades cotidianas con una motivación compasiva, de amor a los demás. Pienso que la compasión es la base y el sostén de la humanidad. Esta actitud que nos impulsa a amar a nuestro prójimo, a socorrerlo cuando sufre y a ponernos en un segundo plano, es una sentimiento que sólo el ser humano está en condiciones de despertar. Cuando lo logra, es el primero en experimentar esa auténtica felicidad."
Lecturas
Aquí, una serie de libros firmados por el Dalai Lama.
- El universo en un solo átomo, la convergencia de la ciencia y la espiritualidad.
- Adiestrar la mente.
- Consejos espirituales.
- Discurso del premio Nobel de la Paz l Mi biografía espiritual.
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