viernes, 5 de febrero de 2010

DEEPAK CHOPRA Y LA CURACION CUANTICA




Me gusta descubrir que hay gente, mucho más importante que yo, que está convencida del poder oscilatorio y variable del ADN. En una entrada anterior titulada ¿Somos Algo Más Aparte de ADN? emitíamos esta opinión: “No soy ningún experto en el ADN y por tanto me dejo llevar en mis comentarios por el sentido común. No creo que haya nada que esté más vivo que el ADN.” Me sigo encontrando a personas educadas, médicos –incluido- que piensan que el ADN es algo fijo con lo que nacemos y permanece inmutable en el transcurso de nuestras vidas. Para mi esto no tiene sentido. El Dr. Chopra en el libro “La Sanación Cuántica” habla sobre ello. En este fragmento que incluimos menciona a científicos de relieve mundial que han aparecido en artículos del blog. Hace referencia al Ayurveda, que es la medicina india tradicional. Y atención cuando habla del sistema inmune y cuanto poder tienen nuestros pensamientos y emociones sobre él.

“El DNA constituye la información genética que poseemos, donde se encuentra literalmente toda la información de toda la historia evolutiva, no sólo del ser humano, sino de todas las especies biológicas. Este DNA (con toda la información del Universo) que tenemos ahora, no es el mismo que teníamos hace seis semanas. El carbono, hidrógeno, nitrógeno, etc., como materia, no estaban allí hace seis semanas, por lo tanto, según el Ayurveda, si uno cree que somos un cuerpo físico, entonces se crea un dilema: ¿a cuál nos referimos? El modelo de 1989 no es el mismo que el modelo 1988, ni el de tres meses atras. En realidad cambiamos nuestros cuerpos físicos con menos trabajo y más rápidamente de lo que nos cambiamos de ropa. Hay otra cosa que estructura y da la experiencia del cuerpo físico. Pero el cuerpo físico es como el río que es siempre un nuevo río.

Así que, si no somos el cuerpo físico que aprendió a pensar, ¿qué somos? ¿De dónde venimos? Hoy, los científicos nos dan algunas respuestas interesantes.

Si Uds. pudieran ver el cuerpo físico, desde el punto de vista de un investigador de la física cuántica, se darían cuenta que está compuesto por átomos y que los átomos están dispuestos a través de espacios vacíos, apareciendo, desintegrándose, desapareciendo constantemente. Estas partículas no son objetos materiales, aunque parezcan serlo; en realidad, son fluctuaciones de energía en el campo energético.

Si pudiéramos ver el cuerpo tal cual es, lo veríamos, proporcionalmente, tan vacío como el espacio intergaláctico. Cada átomo del cuerpo es, en sí, un sistema solar completo. Repito, si pudiéramos verlo tal cual es, sin el artificio de la experiencia sensorial, sólo veríamos un gran vacío con algunos puntos aislados y descargas eléctricas aisladas.

El Ayurveda tiene mucho que decir sobre el vacío. El vacío es el terreno esencial de nuestro ser. Y este vacío no es una porción vacía de nada, es una plenitud de inteligencia no material. Eso es lo que somos: inteligencia no material que se expresa como cuerpo material. El cuerpo material viene y se va, pero la inteligencia no-material, la plenitud de inteligencia no-material permanece por siempre. Está más allá del tiempo y del espacio. Estructura la experiencia del cuerpo físico.

Si pudiéramos conocer esto mediante la experiencia y no sólo intelectualmente (porque intelectualmente todos los físicos se están poniendo de acuerdo en esto), entonces, desaparecerían todos nuestros problemas porque nos daríamos cuenta que no somos seres humanos con experiencias espirituales ocasionales, sino que en verdad, somos seres espirituales con experiencias humanas ocasionales. Y ese cambio básico de percepción cambiaría nuestra crisis de identidad y también cambiaría completamente nuestra manera de interactuar entre nosotros, cambiaría todo el Universo y cómo lo experimentamos.

Los científicos están comprobando que la realidad es así. Ayer, estuve en Boston con un grupo como éste. Era un grupo fascinante porque estaba Fritjof Capra (uno de los mejores físicos de todos los tiempos), estaba también Candice Bert. Estoy seguro que conocen a Candice, ella fue Jefa de Biología Molecular en el Instituto Nacional de Salud. Y creo, que es a ella a quien más se le debe esta comprensión de lo que es la mente, lo que es el cuerpo, y lo que es el espíritu (si quieren llamarlo así). Debería ganar el Premio Nobel de Medicina, a menos que el jurado sea muy chauvinista o machista. Ya la han postulado varias veces…, pero creo que indudablemente lo va a ganar por esta magnífica contribución acerca de cómo la mente se transforma en materia. Hace ya como diez años que descubrió las endorfinas y consecuentemente los neuropéptidos, que actualmente han sido estudiados por cientos y miles de científicos.

Fue la Dra. Bert, quien primero demostró que cuando pensamos, o sentimos, o nos emocionamos, o deseamos algo, eso se transforma inmediatamente en una molécula. Al comienzo, se creyó que esa molécula se formaba en el cerebro; y por eso se denominó neuropéptido. “Neuro” porque pertenece al cerebro y “péptido” porque se parece a las proteínas.

Candice Bert demostró que las fluctuaciones de energía en el campo energético en el que experimentamos un pensamiento, se transforman en ciertos péptidos en nuestro cerebro. Los llamó neuropéptidos. Y así, es como se comunican las neuronas entre sí. Así, es como se hablan las células en el cerebro. No lo hacen en inglés o castellano, sino en el lenguaje de estos neuropéptidos, de estas sustancias químicas, de estas moléculas mensajeras del espacio interior. Y eso es lo que somos. Ese vacío interior interactúa consigo mismo, crea fluctuaciones energéticas que experimentamos como pensamientos y luego, los fragmentos inteligentes de energía se transforman en moléculas de la mente denominadas péptidos.

En realidad, estos péptidos son como pequeñas llavecitas que entran en la superficie de otras células, donde hay pequeñas ranuras para ellas, como pequeñas cerraduras. Así es que, cuando uno tiene un pensamiento, éste se transforma en una molécula que es como una llavecita, la cual viaja y luego encuentra su cerradura; y entra en esa cerradura. Y, una vez que entró en la cerradura, la célula recibe el mensaje. Estas cerraduras se llaman receptores, que hay en el cerebro.

Esto, en sí, ya era interesante. Pero lo que descubrió la Dra. Bert (que luego, confirmaron otros científicos), fue que existen receptores de estas moléculas de la mente, no sólo en las células cerebrales, sino en todas las células de todas partes. Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo, las que protegen contra el cáncer, las infecciones, etc., encontraron receptores de los mismos mensajeros químicos en las células T, en las células B, en los monocitos.

En otras palabras, tus células inmunológicas, las que te protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento tuyo, cada emoción, cada concepto que emites, cada deseo que tienes. Cada pequeña célula T y B del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa. Esto, lo hace todo muy interesante, porque ahora podemos decir que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas, como lo es la célula cerebral que puede hacerlo en inglés o castellano, pero sí piensa, siente, se emociona y desea, se alegra, se entristece, etc.

En verdad, numerosos estudios demuestran que cuando una persona está triste y cuando esta tristeza es prolongada (especialmente, después de la muerte de un cónyuge, luego de un matrimonio largo), tiene mayor incidencia de cáncer u otras enfermedades. Esto, se debe a que las células inmunológicas están tristes y de luto; tienen un diálogo interno: “déjennos sóla, no queremos que nos molesten” y por lo tanto no se preocupan por las infecciones y cancerígenos que están flotando a su alrededor. Son células pensantes, son conscientes.

Ahora, la Dra. Bert y otros científicos han descubierto que no sólo se trata de las células inmunológicas. Por donde quiera que uno mire, en el cuerpo, hay receptores de neuropéptidos. Pero ya no se les puede llamar neuropéptidos, porque no están confinados exclusivamente al sistema nervioso. Los produce el estómago, los intestinos, el cólon, los riñones, las células del corazón. Así que cuando decimos, “lo siento en mis entrañas”, no estamos hablando simbólicamente, sino muy literalmente, ya que nuestros intestinos producen las mismas sustancias químicas que nuestro cerebro cuando piensa. Lo mismo ocurre cuando decimos: “mi corazón está triste”. No hablamos simbólicamente, el corazón realmente está triste.

Así que la Dra.Bert, al igual que otros científicos que la han seguido, han demostrado por lo menos una cosa: que tenemos un cuerpo pensante. Que en realidad, cada célula del cuerpo es una célula consciente, viva, pensante. Que por lo tanto, no podemos confinar la mente al cerebro, sino que está en cada célula del cuerpo. Este es nuestro primer gran salto, porque creíamos que la mente se encontraba solamente en el cerebro. Está en TODO el cuerpo.

FUENTE: Libro la Curación Cuántica del Dr. Deepak Chopra

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