jueves, 13 de septiembre de 2012

MARIO del MONACO - " E LUCEVAN LE STELLE " - TOSCA

(Florencia, 1915 - Mestre, 1982) Tenor italiano. Destinado a convertirse en uno de los divos de la ópera del siglo XX, comenzó su formación de una manera autodidacta, lo que no le resultó muy difícil teniendo en cuenta que poseía una hermosa voz impostada naturalmente. Antes de debutar sobre los escenarios, pasó un tiempo recibiendo lecciones en el Conservatorio de Pesaro, para pasar casi de inmediato a la prestigiosa Escuela de Ópera de Roma. En el año 1939, cuando contaba con veinticuatro años, comenzó su carrera operística representando el personaje de Turiddu, el protagonista masculino de la ópera que lleva por título Cavalleria Rusticana, del compositor Pietro Mascagni, un papel muy apropiado a sus características vocales e interpretativas que representaría muchas más veces a lo largo de su larga carrera como cantante, y que le proporcionaría una buena parte de su celebridad. Mario del Monaco fue, de hecho, el tenor italiano más importante a lo largo de las décadas de los cuarenta, los cincuenta y una buena parte de los sesenta, y esto no sólo sobre los escenarios operísticos italianos, sino también sobre los de los teatros de ópera más importantes del mundo. De hecho, a lo largo de los años cincuenta, del Monaco tuvo la oportunidad de cantar en más de un centenar de ocasiones en el Metropolitan Theatre de Nueva York, uno de los grandes santuarios de la ópera. El cantante fue también un visitante habitual de las temporadas de ópera celebradas en el Covent Garden londinense o en teatro de La Scala de Milán. El color vocal de Mario del Monaco correspondía a lo que, dentro de la terminología italiana, se conoce como un tenor dramático. La celebridad que llegó a alcanzar y que supo mantener a lo largo de toda su carrera no bastó para que ciertos círculos de aficionados al canto criticaran su estilo por no ser lo suficientemente sutil en sus interpretaciones. En efecto, Mario del Monaco, lo mismo que muchos cantantes italianos de su época e, incluso, de hoy en día, llevaba a cabo interpretaciones basadas en la exhibición de una potencia vocal que, en su caso, resultaba ser realmente extraordinaria. En todo caso, los mismos alardes de potencia que a menudo consiguen enfervorizar a ciertos tipos de público, suelen ser consideradas por los verdaderos entendidos en el arte de la interpretación vocal como carentes de matices. Sin embargo, Mario del Monaco consiguió hallar una especie de término medio entre la exhibición de su voz y la correcta interpretación de los personajes operísticos, gracias en buena parte a su temprano hallazgo de un tipo de repertorio que convenía más que ningún otro a su tesitura vocal, a su tipo de emisión y a su particular sensibilidad musical. Las cualidades de la apasionada voz de Mario del Monaco brillaban particularmente en los papeles de las óperas veristas italianas, que requieren, generalmente, un tipo de expresión más desgarrada que otros repertorios. Otro de los aspectos positivos del estilo de Mario del Monaco, también muy característico de la escuela vocal italiana, era su clara concepción del legato, de la línea que transforma lo que en principio no sería más que una sucesión de notas, en un texto poético con melodía.

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