jueves, 30 de agosto de 2012

ILUSIONES - RICHARD BACH


He aquí un texto para comprobar si nuestra misión en la tierra ha sido cumplida.
Porque si estamos verdaderamente vivos , todavía no lo ha sido .

1. Vino al mundo un Maestro nacido en la Tierra Santa de Indiana,
criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.
2. El Maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas
públicas de Indiana y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de
automóviles.
3. Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y
otras escuelas, de otras vidas que había vivido. Los recordaba y puesto
que los recordaba adquirió sabiduría y fuerza, y la gente descubrió su
fortaleza y acudió al él en busca de consejo.
4. El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí
mismo y a de ayudar a toda la Humanidad, y puesto que lo creía, así fue,
de modo que otros vieron su poder y acudieron a él para que les curase
de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.
5. El Maestro creía que es bueno que todo hombre se vea a sí mismo
como hijo de Dios, y puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los
garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron con quienes buscaban
su sabiduría y el contacto de su mano y las calles circundantes con
quienes sólo anhelaban que su sombra pasajera se proyectara sobre
ellos y cambiara sus vidas.
6. Sucedió, en razón de las multitudes que varios capataces y jefes de
talleres le ordenaron al Maestro que dejara sus herramientas y
siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que ni él ni los otros
mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de los
automóviles.
7. Se internó pues en la campiña y sus seguidores empezaron a llamarlo
Mesías, y hacedor de milagros, y puesto que lo creían, así fue.
8. Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de
agua tocaba la cabeza de uno de sus oyentes, y quienes estaban al
fondo de la multitud escuchaban sus palabras con tanta nitidez como
los primeros, aunque en el cielo retumbaran rayos y truenos.
Y siempre les hablaba en parábolas.
9. Y les dijo: "En cada uno de vosotros reside el poder de prestar
consentimiento a la salud y a la enfermedad, a las riquezas y a la
pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros quienes las
domeñamos y no otro."
10. Un obrero habló y dijo: "Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te
guían y a nosotros no, y no necesitas trabajar como trabajamos
nosotros. En este mundo el hombre debe trabajar para ganarse la
vida."
11. El Maestro respondió y dijo: "Una vez vivía un pueblo en el lecho de
un gran río cristalino.
12. "La corriente del río se deslizaba sobre todos sus habitantes;
jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos y la corriente seguía
su camino ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.
13. "Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del
lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque
desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.
14. "Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme, aunque no lo
veo con mis propios ojos, confío en que la corriente sepa hacia donde
va. Me soltaré y dejaré que me lleve a donde quiera. Si continúo
inmovilizada, me moriré de hastío.’
15. "Las otras criaturas rieron y exclamaron:’ ¡ Necia ! ¡Suéltate y la
corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos contra
las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!’
16. "Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y
después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la
corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.
17. "Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la
corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.
18. "Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían,
clamaron: ‘¡ Ved un milagro! ¡ Una criatura como nosotras, y sin embargo
vuela! ¡ Ved al Mesías que ha venido a salvarnos a todas!’.
19. "Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: ‘No soy
más Mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la
condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea
es éste viaje, ésta aventura ’.
20. "Pero seguían gritando aún más alto: ‘¡ Salvador!’, sin dejar de
aferrarse a las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había
desaparecido, y se quedaron solas, tejiendo leyendas acerca de un
Salvador."
21. "Y sucedió que cuando vio que la multitud crecía día a día, más
hacinada y apretada y enfervorizada que nunca, y cuando vio que los
hombres le urgían para que los curara sin descanso, para que los
alimentara con sus milagros, para que aprendiera por ellos y viviera sus
vidas, se sintió afligido, y ese día subió solo a la cima de un monte
solitario y allí oró.
22. Y dijo en el fondo de su alma: "Será un Portento Infinito, si es esa
tu voluntad, que apartes de mí este cáliz, que me ahorres esta tarea
imposible. No puedo vivir las vidas de los demás, y sin embargo diez mil
personas me lo suplican. Lamento haber permitido que sucediera todo
esto. Si esa es tu voluntad, autorízame a volver a mis motores y a mis
herramientas, y a vivir como todos los hombres."
23. Y una voz le habló en las alturas, una voz que no era ni masculina ni
femenina, poderosa ni suave, sino infinitamente bondadosa. Y la voz le
dijo: "No se hará mi voluntad sino la tuya. Porque lo que tú deseas es lo
que yo deseo de ti. Sigue tu camino como los otros hombres; y que seas
feliz en la tierra."
24. Al escucharla, el Maestro se regocijó, y dio las gracias, y bajó de la
cima del monte tarareando una cancioncilla popular entre los
mecánicos. Y cuando la multitud le urgió con sus penas, y le imploró que
la curara y aprendiese por ella y la alimentara incesantemente con su
sabiduría y le entretuviera sus milagros, él sonrió y le dijo
apaciblemente: "Renuncio".
25. Por un momento, la muchedumbre quedó muda de asombro.
26. Y él continuó: "Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo
consistía en ayudar al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le
contestara y explicara lo que debía hacer, ¿ tendría el hombre que
obedecer?"
27. " ¡ Claro, Maestro!", clamó la multitud. "¡ Si Dios se lo pide deberá
soportar complacido las torturas del mismísimo infierno!".
28. "¿ Cualesquiera que sean esas torturas, y por ardua que sea la
tarea?"
29. "Deberá enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado
en un árbol y quemado, si eso es lo que Dios le ha pedido", contestó la
muchedumbre.
30. "Y que haríais - preguntó el Maestro a la concurrencia - si Dios os
hablara directamente a la cara y os dijera: ‘OS ORDENO QUE SEÁIS
FELICES EN EL MUNDO MIENTRAS VIVÁIS'? ¿ Qué haríais
entonces?"
31. La multitud permaneció callada. Y no se oyó una voz, un ruido, entre
las colinas ni en los valles donde estaba congregada.
32. Y el Maestro dijo, dirigiéndose al silencio: "En el sendero de
nuestra felicidad encontraremos la sabiduría para la que hemos elegido
esta vida. Esto es lo que he aprendido hoy, y opto por dejaros ahora
para que transitéis por vuestro propio camino, como deseáis."
33. Y marchó entre las multitudes y las dejó, y retornó al mundo
cotidiano de los hombres y las máquinas.

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